el unguento


El sábado tenia una cena. Finalmente me decidí por el garito. No había nadie a esa hora. Me quedé bebiendo en la barra desierta, pensando en la fidelidad. Después me besé con un xaval, entramos en una cabina y me chupo la polla mientras me tocaba el culo con fuerza. Yo le acariciaba el pelo y lo guiaba. Se la chupé un rato y se puso de espaldas. Me puse un condon y se la meti durante un buen rato. No me corrí y él se quedo con las ganas. Le dí un beso como despedida y volví a la barra.


Mi pusilanimidad esparcida en todos esos otros ojos que no soporto y su ridiculez rebalsando ese unguento de pus hasta mi garganta.La boca se traga la frustración que los ojos vomitan, la garganta la regurgita y la lengua la clava en miradas.
Pero, finalmente, el unguento nunca abandona mi cuerpo.