el gobierno de los gritos 

El viernes volví al garito. Al entrar, el mismo olor a culo sucio y en la barra la espuma de la cerveza desaparecía igual de rápido.
Un xaval cualquiera me tomó del brazo y me empujó hasta una cabina. Nos besamos y se la chupé. Casi se corre en mi boca. Le besé como para sacarme el gusto a su polla y entonces me acarició la mía. 
No se me habia parado. 
Ni siquiera fisiológicamente.  
Le dije "demasiado borracho para follar" antes de salir de la cabina. 
Y entonces, 
subí las escaleras con brío, entre ofuscado y travesti radical. 
Me puse el abrigo y salí del garito impetuoso. 
Como si eso fuera todo, como si bastara.

Mi poder gobierna pusilánime la temporalidad asesina de las calles.
Mis tímpanos son invadidos, 
mis oídos pisoteados.
El gobierno es de los gritos.

La tripas resuenan despreciadas en cada violencia. 
Los tierras vecinas mudas, 
la hipocresia disimula 
y la falsedad me gana.
El reino se ahoga, y sin aire, 
el gobierno es de los gritos.









la misma repetición


El miércoles me crucé con un xavalito en el garito. Nos besamos apasionadamente. Me chupó la polla. Nos restregamos el pecho. Mientras le tocaba los cachetes del culo le chupé la polla. Me levanté y lo empujé con fuerza contra la pared para besarle. Entonces timidamente se puso de espaldas, como pidiendo permiso. Pero yo no tenia ganas de metersela.

Finalmente los gestos son siempre los mismos. Las palabras, los remordimientos.  
La repetición siempre es la misma. 
Como si me mearan encima y ese vapor, caliente y humedo, flotara en mi recuerdo durante años. 
Finalmente siempre conozco a las mismas personas. Los insultos, las despedidas.  
La misma repetición. 
Los gestos, las palabras, las personas, las despedidas.








el unguento


El sábado tenia una cena. Finalmente me decidí por el garito. No había nadie a esa hora. Me quedé bebiendo en la barra desierta, pensando en la fidelidad. Después me besé con un xaval, entramos en una cabina y me chupo la polla mientras me tocaba el culo con fuerza. Yo le acariciaba el pelo y lo guiaba. Se la chupé un rato y se puso de espaldas. Me puse un condon y se la meti durante un buen rato. No me corrí y él se quedo con las ganas. Le dí un beso como despedida y volví a la barra.


Mi pusilanimidad esparcida en todos esos otros ojos que no soporto y su ridiculez rebalsando ese unguento de pus hasta mi garganta.La boca se traga la frustración que los ojos vomitan, la garganta la regurgita y la lengua la clava en miradas.
Pero, finalmente, el unguento nunca abandona mi cuerpo.








embadurnada


En el metro no podia dejar de mirar a un xaval bastante guapo que parecia interesado. Llevaba una chaqueta de cuero y los pantalones dejaban ver unos calzones a la moda. Se bajó en la misma estación y caminamos sin perdernos de vista.
Entró en el pompidou y le seguí hasta los banos. Ahí me esperaba detrás de la puerta. Primero le chupé el culo y después se la metí hasta el fondo. Gemía como si le doliera pero siguió con la polla en el culo hasta correrse. A mí me costó mas y al final me la chupó embadurnada.
Al salir le conté lo que había sonado la noche anterior.En la farmacia, de alguna forma había conseguido sentarme desnudo sobre el mostrador, con el culo al aire y una pierna colgando. Le explicaba a la farmaceutica algo sobre la receta que llevaba cuando de pronto escucho una pequena explosión. Era un pedo. Todo el mundo en la farmacia gritó con asco. Tardé en darme que cuenta que era mío. Me había tirado un pedo liquido. Pero como no había prueba material del hecho yo seguí como si nada explicandole algo sobre la receta. Hasta que en medio del mostrador veo un pedazo de mierda justo al lado de la receta. Al parecer la farmaceutica no se había dado cuenta e intenté por todos los medios de limpiar el truno. En ese momento la farmaceutica vé la mierda y me dice: "se te ha caído un poco de chocolate". Le contesté quitandole importancia e intenté deshacerme del trozo pero la farmaceutica agarra un poco, lo prueba y pone cara de indecisa e invita a los otros farmaceuticos a comer de mi mierda.

El tiempo es un encierro indesenmascarable en el que reacondiciono centímetros y desecho pelos, hígados, cuclillas.

Me desinflo en un silbido que dura lo que un golpe y desagotado espero hasta el próximo.