Soy un chiste

El jueves decidí volver en bici aunque lloviznaba. En una esquina, mientras esperaba la luz verde ví a lo lejos un xaval increiblemente morboso que cruzaba la calle. Mi cabeza lo siguió de derecha a izquierda. Él no me vió pero debe haber sentido mis ojos rozándole la raja del culo porque se dió vuelta y me sonrió. Queria dejar tirada la bici y seguirlo de cerca pero una inopinada timidez me lo impidió. La edad supongo.
Mientras pedaleaba por la avenida mis ojos encontraron su magnifico culo. Intenté entonces retener frescas las imágenes para pajearme mas tarde.

Habia quedado con unos amigos en un restaurant pero me estaba meando vivo. Entré directo al baño. Antes de cerrar la puerta un xaval muy guapo me saluda. Cierro la puerta pero sin pestillo, por si acaso. No entró. 
Cuando salí del baño pasé por su lado y le sonreí. Entonces se me acercó y con unos increibles ojos azules me dijo: "El baño es sólo para clientes".

Me siento un chiste, una broma tan mala que es necesario forzar la boca. 
Soy esa mueca falsa que se intuye en cada gesto de desaprobación, esa risa fingida a medio camino entre estornudo y pedo perezoso.
Me siento un insulto incoherente y, si el adjetivo existe, empático.